La vida es teatro.

Cuestiones banales. Momentos inoportunos. Sensaciones sublimes. Ambientes deseados. Teléfonos que no suenan. Mensajes que alegran la vista. Cervezas interminables. Momentos... inimaginables. Lugares nuevos. Conversaciones filosóficas, incomprensibles, risueñas, serias, formales (pocas veces) y alucinantes. Fiestas de conversión y otras convertidas en resaca. Resaca de carcajadas, bromas y chistes malos. Miradas que provocan risas que te dejan sin aliento y te hacen llorar de forma prolongada. Risas que suponen más risas sin razón. Abrazos apretados. Bailes coreografiados o sin sentido del ridículo. Shows ocasionales y deseados.
Ausencia ocasional pero presencia omnipresente. Consejos basados en lo real y también en lo más profundo (bueno o malo... pero profundo). Discusiones inexistentes. 3 tonos de llamada y una palabra de alivio. Casas llenas de locuras y asientos para dormir sin dormir.

Teatros convertidos en hogares y hogares, bares, calles, habitaciones etc.... convertidas en auténticos teatros ambulantes.

(para todos los autores desconocidos pero amantes del buen gusto)

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