Días en blanco y negro.

Días en blanco y negro.
Días repletos de historias que olvidadas reposaban en cajas de cartón con dibujos antiguos. Días donde los cuadernos grandes, medianos, pequeños, lisos, de cuadros... que recogen fragmentos de vidas vividas y por vivir son releidos una y mil veces para conseguir descubrir que significa cada palabra. Días donde las conversaciones no son banales sino profundas, reflexivas y en ocasiones, incluso filosóficas. Días en los que las preguntas no tienen respuestas concretas ni los problemas soluciones reales. Días en los que el frio invernal es tan agradable y reconfortante como el calor de un día de verano. Días en los que Mia desearía formar parte de sus sueños, quedarse entre las sábanas y no levantarse de la cama ni aunque el verano o la primavera por orden del Sol la animarán a ello. Días en los que ha aprendido a apreciar las letras de las canciones, los momentos con su mejor compañia (el Ipod, no hacía falta decirlo).
Días que para Mia son horribles, la superan, la paralizan pero en realidad, aún no se ha dado cuenta de lo que la encantan.

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