Nubes y más nubes.

Llevaba más de tres hora delante de su mac y no había logrado escribir un párrafo. No era por falta de palabras (porque las tenía todas en su cabeza), sino por su momento: "Aladina entre nubes de algodón". Cuando conseguía encontrar el hilo de la historia, se le cruzaba una nube de algodón y entre que la esquivaba o la perseguía volvía a perder el argumento. "Se acabó" sentenció y se fue directa a por una galleta de chocolate.

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