Simplemente sinceridad.


Mia llegaba tarde, pero llegaba. 

Estaba a prueba, no le iba a permitir errores. Ella lo sabía e iba a luchar para conseguirlo con éxito. Se lo debía a si misma. Tiene gracia. A si misma.  Los acontecimientos la habían llevado a plantearse volver y a pensar que sólo se debería dar todo por una persona. 

Si, una. Mia había llegado a una conclusión clara y absoluta, y se sentía satisfecha. 
Ahora tenía que ponerse a ello. Era parecido a volver a estudiar un idioma. Lo has estudiado hace tiempo, pero cuando te pones a hablar demuestras que puedes defenderte, la gente te entiende y comprendes los textos que lees. Tu nivel no es bueno realmente, te falta soltura y gramática (aunque algunas cosas si que sabes escribirlas). Esa era la sensación que Mia sentía constantemente. Intentar de nuevo algo que estaba medio perdido. Reconciliarse con ello. 

Llevaba días aislada entre la gente, dispuesta a redescubrir todo. Escuchar canciones antiguas, nuevas y de las que odiaba. A leer libros que guardaba hace tiempo y que ya tenían polvo. Hablar por primera vez con sus amigos, conocidos y recién llegados. Interpretar los pequeños detalles de la vida y olvidar los grandes acontecimientos. Dejar de darles importancia por un tiempo.

Había descubierto lo maravilloso que era luchar por uno mismo. Luchar por la autenticidad de uno, por la felicidad de uno, por la capacidad de uno y por conseguir volver con uno mismo. La gente cree que eso es lo más fácil del mundo, pero no es así. No vale cualquier cosa, no te permites cualquier cosa. Tienes que luchar más. No valen ni las rosas ni las bonitas palabras.

Pero por lo visto el no pensar en tener que hacerlo ayuda bastante a llegar a uno mismo. 

Comentarios

Entradas populares