Caricias.

Mia había descubierto algo interesante sobre ella. Un sentimiento diferente (o no tanto). Tenía la sensación de que pasaba algo pero no sabía el que. Lo peor no era que se sintiera así desde hace varios días, sino que además en ocasiones se sentía perfectamente bien. Contradictorio. Una mala sensación unida de otra buena. En realidad, todo era por falta de detalles, de palabras y de situaciones.
Decidió huir de todo, pero ni pensando en lo que quería oír podía evitar lo inevitable. No es que fuera una cobarde sino que necesitaba unos segundos para sí misma. El problema es que también echaba de menos ... algo más que el contacto de sus cascos en las orejas y de su Ipod en sus manos. No era un buen momento, era una época en la que las caricias se pagaban caras, y la hucha del cerdito estaba casi vacía.

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