Paso a paso

Mia había encontrado la horma de su zapato. Y ya está, ya no sabe moverse. A veces parecía la horma y a veces una de esas piedrecitas en el zapato que no te dejan caminar tranquilamente. Camina lenta, como si estuviera aprendiendo, como si tuviera miedo de llegar al final, como si supiera que había final. Nunca entendió los finales y nunca le gustaron. Solo sonreía con los finales sorprendentes, los que no parecen finales sino inicios de algo mejor.

Mia camina pero se para cada poco para observar con cuidado los pasos que da. 
Y pisa fuerte para dejar marca... por si se pierde.

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