Estrenos

Una mañana. Las ventanas sin cortinas y sin las persianas bajadas hacen que entre el sol madrugador en aquella extraña y actual habitación. Mia se remueve lentamente en aquel edredón multicolor, estira cada músculo de su cuerpo, cierra los ojos durante 5 segundos y finalmente, se levanta de la cama.  

Mañana de otoño caluroso. Las ventanas despejadas de elementos externos. Luz, sol potente que entra en la habitación blanca y con tan sólo un cuadro colgado de la pared. Es la segunda vez que suena la alarma y Mia ya está totalmente estirada y susurrando bajo el absorbente edredón. Cuenta hasta 10 y finalmente, se levanta de la cama. 

Otra mañana. Ventanas sin cortinas y sin las persianas bajadas. Miles de rayos de sol, voces de niños y Mia intentando que su ojos se despeguen. Hecha un ovillo de lana escucha el sonido de la alarma logrando bajarle el volumen mentalmente. Finalmente se levanta de la cama. Un contundente "¡Se acabó!" se oye en esa extraña, actual habitación y tan vacía que sus palabras retumban contra las paredes blancas.

Mia adoraba estrenar (sobre todo intangibles). Desde hace unos años se había dedicado a estrenar ideas, sueños y vidas. Le había encontrado un placer inexplicable a estrenar vidas. Alguien le recomendó hace un tiempo dejar de huir y Mia decidió estrenar. Pero ese día, ese día que los rayos de sol iluminaron su estrenada rutina, Mia no renuncio a ello pero cambió sus preferencias de la barra de búsqueda.  

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