Venus y Marte no están tan lejos como parece ¿o si?


"Cuando el ser humano sea capaz de dejar de usar como excusa irrefutable para conseguir cualquier cosa el concepto de 'lejano' comenzará a sentir el poder de haber descubierto el mayor secreto de la humanidad". Y con esas palabras comenzó la extraña conferencia a la que Mia había llegado perdiéndose un domingo del principio del verano. Estaba a punto de darse la vuelta para salir por la puerta cuando esa frase la paralizó y le provoco un intenso escalofrío.

"¿Cuál es el punto más alejado del hombre? ¿Dónde acaba el cielo? ¿En realidad los planetas están a millones de años de nosotros o solo es un cálculo aproximado sin terminar de revisar ? En serio, ¿alguien lo ha comprobado?" Mia sabía por experiencia que el punto más alejado del hombre era aquel que no lograba alcanzar por mucho que pusiera en marcha el coche en prueba. Pero el coche aún en pruebas (y con algunos defectos y otras tantas virtudes de fábrica) tenía la ventaja de no tener tantos kilómetros recorridos y aguantar todo tipo de trayectos: desde los más señalizados hasta aquellos intuitivos y más pedregosos. Mia intentaba evitar esos dos polos opuestos y optar por los trayectos alternativos. Les faltaban señales pero eran más transitables. 

A veces esa pequeña rebeldía le había supuesto ocupar más tiempo, perderse o echar de menos la formalidad de lo habitual y su aparente claridad. Otras, en cambio, el camino alternativo la había llevado a carreteras secundarias o de nueva construcción. Pero siempre que llegaba allí se preguntaba lo mismo y se daba la vuelta "¿Debería esperar a que estuviera terminado antes de pasar? 
Aún soy una conductora novel".

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