Genéricos


Recuerdo la música de fondo, el frío de la calle y el calor de las sábanas. Tú en la cocina y yo esperándote en la cama (no sé exactamente el porqué). Gritaste si quería algo, yo te dije que un vaso de agua. Parecía que no hubiera bebido en días. Llegaste con una inmensa sonrisa por la que yo me escondí debajo de las sábanas. Bebiste primero (siempre lo hacías), bebí yo y lo dejaste en la mesa.

Yo te dí un abrazo y me dí la vuelta. Lo hacía constantemente. Era mi manera de obligarte a besarme. Tú me llamaste pronunciando perfectamente cada una de las letras de mi nombre. El corazón comenzó a latir con fuerza, tanta que hasta te empezaste a reír, 
la carne se me puso de gallina y el escalofrío me hizo temblar tanto que tuve que cerrar los ojos. 



Cuando me di la vuelta... sonó el despertador. 

- ¡Buenos días, Mia! Sigues febril. Toma esta aspirina. 

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