En la frontera

Y de repente no podía evitar escribir. 
Lo hacía todo el rato, en todas partes, donde fuera. No la importaba si podría volver a leerlo o no, si alguien lo leería...
Escribía en la arena de aquella playa virgen, en un trozo de papel que encontraba, en el aire, en la pared de cualquier lugar (si era desconocido o enigmático le gustaba más), en la esquina de una hoja del periódico o en su revista favorita, incluso... en un envoltorio de un caramelo.

Y en realidad no escribía más que su nombre: ¿Lo hacía para dejar constancia de que había estado allí?, ¿para no olvidarse de quién era?, ¿para que lo leyera alguien del presente (o del futuro)?... o ¿tan sólo lo hacía para que el mar se llevará una parte de ella?

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