En la frontera
Y de repente no podía evitar escribir.
Lo hacía todo el rato, en todas partes, donde fuera. No la importaba si podría volver a leerlo o no, si alguien lo leería...
Escribía en la arena de aquella playa virgen, en un trozo de papel que encontraba, en el aire, en la pared de cualquier lugar (si era desconocido o enigmático le gustaba más), en la esquina de una hoja del periódico o en su revista favorita, incluso... en un envoltorio de un caramelo.
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